septiembre 2018

viernes, 28 de septiembre de 2018

GOSICK RED capitulo 1 parte 2



       Bueno, aquí la segunda parte del primer capítulo. En el libro original cada capitulo está dividido en varias partes, así que traduciré según a ello. Gracias, disfruten la lectura.

El apartamento era de techo bajo, la pared estaba tapizada y una tela de mosaico, de negro y blanco, cubría el suelo. La luz del corredor estaba apagada y cuando la puerta se cerró, se volvió oscura.
Kazuya subió las estrechas escaleras con agilidad; sin golpearse a la pared y las barandas, sin dar traspiés en los peldaños.
Era un departamento pequeño. Los cuartos daban a la calle principal y los cuartos interiores al pequeño jardín trasero.
Kazuya llegó al cuarto y último piso, el cuarto que da a la calle principal. Aun cuando sostenía sus cosas, abrió la puerta con agilidad.
¬¬¬—¿Victori…que? ¬ ¿¡Eh!? ¬¬—gritó cuando tropezó con una cosa pequeña y dura.
Los pequeños y coloridos pastelillos, desde el cañaverde al rojo, revolotearon en el aire como una explosión que se confundieron con los patrones florales del techo. El cuarto estaba oscuro.
—¿Qué…?
Kazuya había caído. Sobre el suelo estaban colocados libros pesados y grandes.
Se puso de pie como si nada hubiera pasado, se limpió el polvo y recogió la montaña de pastelillos. Abrió la puerta de la cocina que estaba cerca. En el interior había dos puertas. Desde una de las puertas de rojo y negro provenía el sonido de una radio.
Había una alacena simple. Una mesa grande y larga y dos sillas. No había más muebles. Era un típico departamento de inmigrantes que acababan de llegar del viejo continente.
Había una silla firme y cuadrada, sobre el respaldo colgaban un par de pantalones. Pertenecía a Kazuya. Apartado, había otra silla, con el espaldar y la base en forma triangular, una silla sólo que sólo pertenecería a una princesa de un pequeño país de África.
—…Oye, Victorique. Aún estás aquí, ¿no? —dijo mientras sostenía con dificultad la montaña de pastelillos.
Puso la mano en el pomo de la puerta roja que dirigía a uno de los cuartos interiores. Entonces se escuchó una campana.
—¡Hey! ¡Kujo-kun! ¡El último día de pago de este mes es mañana! ¡No lo olvides! —dijo la casera desde algún lugar de abajo.
—¡Sí! ¡No lo olvidaré, casera! —respondió inclinando la cabeza.
—¡Si no pagas te aventare al frio aire del invierno!
—S-sí…
El sonido de la campana se detuvo. Kazuya dejó caer el hombro y abrió la puerta lentamente. El sonido de la radio comenzó a sonar como si viniera del interior de la tierra. Kazuya, asustado por el siniestro sonido, cerró los ojos un momento.
Era un cuarto más grande que la cocina. Las paredes estaban adornadas con telas florales y el suelo era de madera.  Había una silla rotante, elegante y delgada, de cuatro patas que imitaban a las patas de un ave que sostenían un huevo, y un hermoso sofá rosa. En todas las paredes, excepto la ventana circular que daba a la calle, estaban colocados estantes llenos de libros y, sobre ellos, radios de varios diseños: cuadrados, ovalados, hechos de madera, blancos y negros. Todos ellos transmitían simultáneamente en diferentes lenguajes del mundo.
Desde la silla una mata de cabello plateado cayó al suelo formando un suave remolino, como la vía láctea en el espacio. Una mezcla de granos rojos, morados y rosaoscuros se esparcieron. En esa luz plateada los sonidos de los granos y las radios se mesclaron, interpretando una danza prohibida.
Kazuya, aliviado, miró a la dueña de los cabellos plateados. Una mujer elegante, delgada y demasiado pequeña, parecida a una muñeca de cerámica muy elaborada.  En su rostro pálido flotaban dos ojos verde esmeraldas, cargadas con una inteligencia antigua, como los ojos de una anciana que ha vivido por cientos de años. Tenía una fina nariz y unos labios del color de las cerezas.
Poseía una belleza que ensombrecía el mundo. Y porque era demasiado hermosa, en ella flotaba, misteriosamente, el velo de una visión, la de un destino trágico¬—
Llevaba un vestido aterciopelado de un negro azabache, con los dobladillos de un lazo francés carmesí. Los volantes de su pecho eran rojos. En el faldón de su vestido relucían rosas rojas en floración. ¡El tocado en su cabeza también estaba incrustado decoraciones resplandecientes de siete colores! Unas medias de seda cubrían sus piernas delgadas y delicadas que el sólo verlas causaban un dolor en el pecho. Los zapatos negros poseían decoraciones de lavanda.
Tenía las dos manos y piernas, que parecían romperse en cualquier momento, sobre el suelo. Sobre su regazo estaban colocados libros que podían usarse en torturas, usualmente libros rompecabezas, de inglés, francés, alemán, chino, y hasta música de Jazz. Incluso había libros esparcidos sobre el suelo, abiertos y ordenados en forma de abanicos. Ahí estaba una mujer, de una edad indefinida, similar a una niña. Una mujer tan hermosa como un demonio, una criatura misteriosa…
Victorique de Blois.
En el aire flotaba ligeramente un olor dulce, seguramente debido a los granos esparcidos, de rojos, rosados, violetas.
Victorique había cruzado el largo océano pacifico y había escapado a un rincón de New York.
Muchos libros y radios estaban conectados por sus tentáculos plateados, que sueltos, lo convertían en una criatura… parecía un robot del futuro.
“…¿Quién…? —dijo sin echar una mirada, con una voz ronca parecida a la de una anciana, mucho más baja—. ¿Kujo? ¬—gimió de mal humor.
—Sí, soy yo, Victorique —Sonrió Kazuya.
¬—..Um
—Pero, en verdad te gustan las radios, ¿no? Los escuchas tan a menudo al mismo tiempo, ¿no?
—...Fumm! ¬—bufó Victorique, enfurruñada.
Tenía los ojos verdes empañados, adormecida como si hubiera tenido un delicioso sueño.
—Esta mañana también cubriste la guerra de los gánster, ¿cierto? ¬—dijo—. Tú y tu compañero Nico son realmente problemáticos. Trabajan duro para pagar cosas materiales y tontas como la renta, la comida, y la electricidad ¬—rio.
¬—Mira, Victorique. Te muestras sorprendida como si fuera el problema de otra persona, ¿no puedes creer en mí? ¬—dijo Kazuya mientras apagaba las radios, un poco molesto—. Mira, ¿no deberías estar yendo a trabajar a la Gray Wolf Detective Company? Aun así te saltas el trabajo, tuve un mal presentimiento y vine a verte, a pesar de que ya está cerca la hora de comer. Eh! Espera, Victorique —Kazuya se detuvo, como dudando—. ¿Cómo sabes que fui con Nico a cubrir ese asunto de la Mafia?
—Fum. Fue fácil —dijo Victorique mirándole seriamente. Y oh… hincó su pequeña nariz con orgullo, aun teniendo el rostro sin expresión. Parecía que crecía su arrogancia.
Se llevó a la boca una pipa de oro en forma de lagarto de un exquisito acabado.
—La Fuente de la Sabiduría me lo enseñó —dijo mientras inhalaba.
—Ah, bien… como sea. Lo dices con orgullo otra vez, ¿no? —dijo Kazuya—. Eres una mujer, de hecho, desde hace mucho tiempo….
—¡Kujo! Colocas el pie en la Little Italy sólo para trabajar, ¿cierto? —dijo Victorique, despreocupada¬—. La razón es que tú, una existencia diligente, aburrida, mediocre, bueno para nada, no eres compatible con esta ciudad Italiana festiva. De hecho esta mañana, desde tal hora, cargas una gran pila de pastelillos Italianos solo vendidos en esa ciudad. Además, parece que tienes una mancha de sangre en ese tu pantalón de franela que cuidas como un poseso. Quizá lo manchaste como un idiota cuando te arrodillaste al cubrir el caso, ¿cierto?
—Wow, ¡¿es verdad?! ¡Si no lo limpió rápido se echará a perder! Sólo me queda un pantalón más para trabajar…
Kazuya, quien había entrado en pánico, volvió en sí. Volteó la cabeza hacia la mujer pequeña y terriblemente hermosa. Victorique, con una expresión vacía como el hielo, que un momento había relajado, miraba intensamente la espalda de su sirviente. Pero cuando sus ojos se encontraron, giró la cabeza oscamente.
Kazuya después de inclinar la cabeza, sonrió.
—Vaya, como sea. Victorique como puedes imaginar este es un presente de la Little Italy. Pastelillos de fresa, de naranja, mocca, vainilla, crema de limón. Bueno, el verde de aquí es pistacho. Una nueva versión —dijo.
¬—Fum. Bien hecho. Bien, ahora tráemelos aquí inmediatamente.
—Mira, Victorique. ¿De vez en cuando podrías pararte y cogerlos tú mismo? ¿No tienes la opción de moverte un poco? —No obtuvo respuesta¬—. Ya veo que no. sí, sí. Ya entendí. ¿Eres una pequeña reina de Africa?
Aunque se quejaba, con una expresión alegre, colocó los pastelillos sobre la mesa ovalada y tallada de patas de gato. Entonces Victorique dio la vuelta a la silla y tomó uno de los pastelillos como lo haría un gato ladrón.
Se lo llevó a la boca y comenzó a comer.
Mugu mugu.
Mugu mugu.
Mugu…
Aún comiendo.
Intensamente….
—¿Aun no terminas? —dijo Kazuya sacando un pañuelo de algodón de su bolsillo. Limpió las mejillas regordetas y lindas de Victorique, a pesar de que se esperaría que creciera un poco. Ella frunció el ceño y continuó comiendo poco amistosa.
La montaña de pastelillos no tardó en descender. Victorique se metió el último a la boca.
—Ahora, debes de haber escuchado que existe dos mundos en New York —dijo con un tono arrogante.
Kazuya había calentado el agua, fermentado el té y vertiéndolo en tazas de té con el diseño de un pájaro verde y una flor roja.
—Eh. ¿Dijiste algo? —dijo dándose la vuelta. Sostuve la taza delante de la pequeña reina.
—El mundo de día y el mundo de la noche. La cara publica del mundo económico donde operan los políticos y empresarios, y el mundo que es controlado por la mafia.
—Ah, sí —dijo Kazuya—, mira hice té.
—Buen trabajo. …Waa, quema.
Victorique sorprendida miró la taza como si fuera un enemigo predestinado, sus ojos verdes destellaron. Infló el pecho.
—Es una peligrosa colisión entre el viejo mundo de inmigrantes y el nuevo mundo de inmigrantes que llegaron después de la tormenta —dijo.
—Sabes, Victorique. Sé que es malo cuando recién has comenzado a hablar, ¿No será que este asunto será… largo? Si es así…
—¡Por supuesto! —Asintió Victorique—. ¡Largo como el Rio Yellow de china, como el rio Ganges de la India, como el fluido que cruza un continente, así es esta historia, m----uy largo! ¡El rio que fluye como una serpiente bebé por el lado derecho de New York, ese que cada mañana cruzas, ese débil East Riber, no se puede comparar con la historia! ¡Es muy largo〜! ¡largo〜!
Victorique levantó el pecho, cruzó ambas manos, abrió su boca similar a cerezos y miró a Kazuya directamente. Sus ojos aunque eran verde esmeralda, sólo por un momento, ganaron expresividad y brillaron como un lago antiguo.
Kazuya sorprendido y sin comprender, apartó los ojos, enrojeciendo.
—Mira. Pero tengo que volver a la oficina rápido. Así que no puedo…
—Como sea. Escucha lo que tengo que decirte. Si no lo haces…
—Eh, si no te escucho…? Wua, que cara tan horrible… qué pasará, Victorique.
—¡Romperemos!
—¿Eh, romper? ¿Eres una niña? Vamos, ¿Cuántas veces van? Eres una gran presumida del más grande continente… wah, entendido, lo entiendo. Bueno me sentaré…. En este cuarto sólo está tu silla y este sofá. Me pararé delante de los estantes. Como sea, te escucharé. Realmente eres… —dijo afligido.
La chimenea, debajo de la ventana circular, ardía. Los libros en los estantes lucían aburridos. El interior estaba cálido en comparación con el exterior. Las mejillas de Victorique brillaban con un tono rosa.
—Hace mucho tiempo, cientos de años atrás. Grupos estrictos con preceptos religiosos tales como los Puritanos, vinieron desde el viejo continente ¬—dijo Victorique.
—Sí.
—Ellos reclamaron este territorio incivilizado, construyeron la ciudad a través de una guerra de sistemas, políticos y la guerra civil, y otros. Fundaron nuestro poderoso Estados Unidos de América. “El Nuevo país de pioneros,” “un país de esperanza y libertad.
—Sí…
—Pero después de eso. Antes y después de la segunda tormenta, por primera vez, hombres y mujeres, esclavos arruinados cruzaron desde el viejo continente. Ellos no tenían estrictas reglas, ni sistemas que proteger. Irlandeses, Judios e Italianos como Nico… Cada uno de ellos comenzaron a hacer una ciudad imitación de sus respectivos países en todo New York.
Kazuya asintió.
—Así es —dijo—. En caso de la Little Italy está el queso y la salsa de tomate, volviendo a Broklyn está el guiso de pollo y apio. Caray, incluso el olor del arroz depende de la cultura. Debe ser igual en New York.
—¡Ya basta. Calla y escucha!
—Ah, sí…
—Entonces, ahora los descendientes de los estrictos puritanos del gobierno y el mundo económico están impacientes. ¡Debido a que los nuevos inmigrantes beben alcohol! ¡Cantan y bailan! ¡Se enamoran reiteradamente! En pocas palabras, personas horribles, aunque pobres, disfrutan su vida instintiva y salvajemente. Así que una ley fue hecha precipitadamente. La notoria…
—Ah, la ley..
—La ley Seca.
—Bueno, sí… también lo sabía —dijo Kazuya decepcionado.
—Sin embargo esta ley tuvo el efecto contrario —dijo Victorique sin preocuparse—. Porque, aunque estaba prohibido, las personas se enamoraban, querían comer animales comestibles… Claro, también el alcohol terminó por circular. En efecto, fue difícil detener “la copa diaria después del trabajo.” ¡Bajo esta Ley creció la Mafia!
—Sí, sí.
—Ahora la mafia Irlandesa destila ilegalmente Whiskey, la mafia Judía cerveza, y la mafia Italiana, de gran influencia, fabrica y vende vino, libre de crecer en el lado oscuro del mundo económico. Incluso el método de juzgar los crímenes: La ley nombrada sana del día, y la ley sangrienta del bajo mundo de la noche… coincidentemente existen compañías de asesinatos y venganzas. Por otro lado la civilización demanda, no un sistema viejo correcto y puro, sino los círculos oscuros, exactamente “algo nuevo.” Nadie sabe que política es pero los jóvenes estan al borde de la explosión debido a la desatisfacción y la ansiedad… además… ah. ¡Ah!
Victorique, quien estaba hablando mucho, repentinamente comenzó a sufrir jalándose el cabello con ambas manos. Kazuya parado como un caballero con armadura se sorprendió.
—¿Qué, qué pasa? ¡¿Victorique?! ¬—dijo.
—Hablar con un hombre tan aburrido como tú, como siempre, se ha vuelto más aburrido… afff. ¡Que tragedia!
—¡Q-que irrespetuosa! ¡Cuando hablo de mí! Tú siempre tienes esa impresionante actitud… Bueno, yo el hombre aburrido volverá a su oficina para no molestarse…
Victorique abrió los ojos como platos. Por alguna razón se puso sería.
—Kujo, ¿no tienes nada que pueda aliviar mi aburrimiento? ¡Oh! Eso me recuerda, recientemente no has bailado, ¿no? ¬—dijo.
—…¿Eh? ¿Qué? ¿Bailar?
—Sí, Sí. Me recuerda buenas cosas ¬—dijo Victorique asintiendo satisfactoriamente.
—Imposible —Kazuya agitó la cabeza con fuerza—. Me recuerda una cosa… Mira, Cuando fui forzado a bailar, Rokushou estaba viendo, sobre todas las cosas, le informó a su madre Ruri. Y aún más, debido a la ridícula reproducción, Ruri rodó y rio sobre la alfombra persa… Rokushou también me apuntaba riéndose. Fue por mucho tiempo…
—Bailar, cantar. Tienes dos opciones.
—Er. ¿al menos no hay una tercera opción…?
—¡Hum! Bueno, tienes la opción de contarme un incidente interesante. Pero debido a que eres tú, no tienes ninguno, ¿no?... ¡¿Vamos, baila, canta, cuál de las dos?!
—Er. Espera, espera. ¿Un incidente interesante…? Oh, eso me recuerda, en la cobertura de ayer en la tarde. Aunque es el juicio de un caso de asesinato de un empleado de un banco en la Wall Street, no te interesaría… imposible, Victorique. ¿No me digas que te interesa?
—… h-hum. Te escucharé aunque no guardo esperanzas.
—S-sí —Kazuya asintió y corrigió su postura de sentarse.
Desde el exterior de la ventana ingresaban los sonidos del tránsito de los residentes de Brooklyn y sus voces. Los rayos del sol del invierno eran débiles. La estufa hacia sonidos. Los libros en los estantes vigilaban a las dos personas silenciosamente.
Victorique abrió sus ojos verdes como si estuvieran en el mundo de la oscuridad y en un sueño eterno, y fumó de su pipa de oro.
—Mira. Había un empleado bancario en la Wall Street. Imprimió un número equivocado y el cliente tuvo una gran pérdida, después de tanto preocuparse, se suicidó con una pistola en su propia oficina privada —dijo Kazuya.
Victorique apuntó con la pipa el rostro de Kazuya.
—Mm mm? ¿No habrás querido decir que el empleado fue asesinado?
—hay una continuación… En la investigación de la policía, el hombre, antes de suicidarse, le entregó una nota de despedida a una recepcionista, un amor no correspondido. Era aproximadamente las 11:30 am. El cadáver fue encontrado una hora después de que terminara la hora de receso del mediodía. Bueno, parecía que había cometido suicidio durante la hora de receso. Un empleado que estaba trabajando en la oficina de al lado recuerda que escuchó un sonido similar a un disparo aproximadamente a las 11.
—Ya veo, es un Caos.
—Así parece… De acuerdo a esto, su muerte sucedió a las 11, entonces ¿quién dejó la nota a la recepcionista a las 11:30 am? Es todo una conmoción. También, la recepcionista recuerda que esa persona llevaba anteojos y un sombrero, tal vez alguien disfrazado, tal proposición. Por otro lado, de acuerdo a la examinación de la nota, ya que fue escrito a máquina no pueden decir más. Como sea, quizá sea un caso de asesinato…
—Mm mm.
—Además. El difunto banquero había crecido en una rica ciudad de Greenwich Village, era  un hijo que había egresado de una prestigiosa universidad. El hombre que escuchó el disparo era un hombre astuto originario del área de Bronx. Sin padres, creció en un apartamento conocido por albergar ladrones o miembros de gánsteres, cuidado por su hermana que trabaja como mecanógrafa, y se ha convertido en un caballero. Tenía una cualidad gentil que atraía a las mujeres. En cuanto a la recepcionista es la hija de inmigrantes Judios, aparentemente parece que también amaba al hombre de Bronx. La razón, como es usual, es debido a que era un hombre gentil. En pocas palabras, es un pequeño triángulo amoroso, ¿no?
Victorique, dudosa, miró a Kazuya.
—… Pero, ¿Cómo sabes todos esos detalles?¿no será que conoces a todas esas personas?
—No, no… Mira, ahora soy un aprendiz de reportero. Todos los días constantemente recibo tales informaciones detalladas, eso es porque… —dijo Kazuya, repentinamente avergonzado. Tomó aire y se recompuso¬—. Entonces alguien debió de matarlo y pretender que fue un suicidio. El jefe es sospechoso, desde el principio no se llevaban bien, eso me recuerda la semana pasada también tuvieron una riña por el resultado del juego de baseball. Sin embargo esos son opiniones. ¡Aunque el fiscal ve al jefe como el criminal, la opinión del jurado apunta en otra dirección! Inmediatamente después las mujeres dijeron “de alguna forma la recepcionista es sospechosa,” y los hombres insisten “pensamos que el criminal es el hombre de la oficina de al lado.” Meramente declaraciones que no llevan a ninguna dirección constructiva. ¿Cómo lo llamas, “La rapsodia del juicio de Wall Street”?! …Es el resultado de la cobertura de ayer.
—¡Espera, espera, espera! ¿Por qué dices rapsodia?
—Mira de acuerdo a la cobertura de ayer, el jurado masculino, pensaba que no era interesante que el hombre de al lado fuera popular entre las jóvenes, tal cosa es sospechosa desde antes.
—Bueno, ¿no notas que esto se ha convertido como un cotilleo de barrio? …sin embargo, este incidente es un caso de suicidio.
—Sí, es cierto… eh? ¿Qué dijiste? ¬—Kazuya abrió los ojos.
Victorique bufó.
—¿Tus inservibles oídos están llenos de galletas de fortuna vendidos en la China Town, tanto que no puedes oírme? —dijo—. ¡He dicho que este incidente es un caso de suicidio!
—¿Huh? ¿Galletas de la fortuna en el oído? No, no lo está, puedes saberlo con solo escucharme ahora, ¿no? Aunque es demasiado, era de esperarse de ti…
—Eso es porque, eso… ¬—y la expresión de Victorique cambio ligeramente.
¿Oh? Quizá posiblemente se haya reído. Un ligero cambio difícil de notar si no se observa a menudo…
Kazuya ladeó la cabeza. Victorique miró el espacio, aburrida. Dejó salir un bostezo, sólo uno. Sus pupilas verde esmeraldas brillaron fríamente con crueldad. Su cabello caía ondulado, fluyó como una magia escondida. La exquisita pipa de metal también brilló intensamente.
Esa boca similar a cerezos se abrió distraídamente.
—Reuniré los fragmentos esparcidos del Caos, los manipularé, los compondré de nuevo para matar el aburrimiento. Eso es. ¡Mi fuente de la sabiduría me lo dijo! El hombre cometió suicidio, ¿cierto?
Kazuya mantenía silencio, pero parecía un poco insatisfecho.
Mientras Victorique fumaba de su pipa, mantuvo silencio y miró a su alrededor. Pero rápidamente abrió la boca con aburrimiento.
—Kujo, por ejemplo, decidamos que me escondes algo…
—¿Huh? ¿Algo? —Kazuya misteriosamente devolvió la pregunta.
—¡Tú, te comiste uno de los plantelillos antes de venir a la casa!
—¡No lo hice!
—Como sea, escucha, Calabaza-kun
—Eh, lo siento…? ¿Por qué te enojas, aunque no entienda… Victorique…? Día tras día me disculpó aunque no haya hecho algo malo, algún día me gustaría retornarte todo…?
Victorique sin prestar atención, se volvió irritada y blandió su pipa.
—Además, asumamos que robaste y comiste el pastelillo rosa azul como si fueras un atontado cerdito-kun. De todos el que más me gustaba.
—¡Eh! ¿Es así? ¡Deberías haberme dicho eso antes! Desde ahora compraré bastante.
—Te enseñare algo sobre este asunto importante.
—¿Qué, qué pasa? Es extraño, ¿no? ¡Victorique!
—Como sea. Debido a las punzadas de conciencia has llegado a evitar inconscientemente el color azul. Diste la espalda a la cortina hecho del mismo color y terminaste por sentarte en un lugar diferente al de siempre. Pero, por qué actuarias de esa forma, no puede ser conscientemente. Es porque es una reacción del área inconsciente ¬—dijo Victorique—. Dicho eso, lo mismo sucedió con aquello. En la mente del hombre ocurrió lo mismo.
—¿El hombre de al lado? Huh, bueno, ese hombre popular, como esperaba, ¿era el criminal? Me pregunto si la intuición de los jurados es correcto.
—¡No es así! ¬— Victorique sacudió la cabeza. Su cabelló plateado y ondulado se meció en aire. Los granos en el suelo brillaron—. El hombre de al lado, escucho personalmente ‘sonidos tristes.’
—¿’Sonidos tristes’?
—¡Claro que sí. Era los sonidos bruscos de la máquina de escribir, por supuesto! —Victorique apretó los labios, malhumorada porque Kazuya no entendía—. El hombre muerto escribió su nota con la maquina de escribir, ¿cierto? Seguramente la maquina debió de haber hecho ruidos más fuertes de lo usual. Y 30 minutos después, fue a entregarle a la recepcionista que era su amor no correspondido. Practicamente la hora que uso el arma fue entre las doce a una de la tarde, cuando las personas se habían ido por la hora de receso. Por eso nadie escuchó el disparo.
—Espera. Bueno, a las 11 el hombre de al lado escucho el sonido…?
—El sonido de las teclas, ¿no? Pero, ¿por qué el hombre de al lado lo confundió con un disparo?... ¿No lo dijiste tú mismo? El hombre provenía de una familia pobre, quien fue criado por su hermana que trabaja como mecanógrafa.
—Ah, sí…?
—Me atrevo a decir que es sólo una suposición. Pero pienso que es la respuesta correcta.
Victorique dejó su pipa.
—Kujo, aunque aprecias un favor, la gratitud y la deuda de lo que recibiste terminan por permanecer —dijo—. Quizá sea una cualidad de un corazón gentil. Él tiene una gratitud hacia su hermana. ¿Puedo decir que siente remordimiento por sacrificar la juventud y alegría de su hermana? En cuanto a por qué es gentil con todas las chicas, quizá la sensación de ser considerada con su hermana se aplica también a las otras chicas. Para un tipo así, el sonido de las teclas era un ‘Sonido triste.’ El sonido proveniente del cuarto de al lado era un sonido inusual y violento. De hecho, cuando después escuchó sobre el suicidio del hombre, otro ‘sonido triste,’ lo confundió con un sonido de disparo.
—Ah.
—Dentro de esta asociación, cuando los dos sonidos se transpusieron, quizá en su cabeza otra vez, oyó el  disparo de la ilusión de un arma…
—Umm
—Bueno, pero es una opinión tonta, ¿no…? —dijo Victorique aparentemente sin expresión. Agachó la cabeza y con la voz ronca de una anciana dijo en voz baja—: Kujo. Todas las personas viven escondiendo las emociones duras en un área inconsciente. Así surgen al exterior en formas inesperadas. Las personas terminan abruptamente por crear ridículos malentendidos, a decir verdad tal causa es una cierta conjetura.
Fumó de su pipa dorada.
—Si el sonido de la máquina de escribir era un ‘sonido triste’,  el sonido de la hermana mayor era un ‘sonido de amor… —dijo perdiéndose en sus pensamientos.
Los ojos de Kazuya parpadearon en sorpresa.
—…Es así? Hablaré con la policía de esta teoría y lo consultaré con el director en jefe. Victorique, aun así… Eh, ¿q-qué pasa? ¿Por qué aun me miras con esa expresión peligrosa? Este, bueno, debemos darnos prisa, ¿no…?
Victorique infló sus regordetas mejillas, sus pupilas verdes también se empañaron, miraron a Kazuya con reproche.
—¡Acabo de responder un misterio, ¿No?! —gritó—. ¡Otra vez estoy aburrida. Kujó, rufián, pingüino…!
—¡¿Pingüino?! ¡Mira Victorique…! —Kazuya que estaba sorprendido, repentinamente formó una sonrisa rara—. ¡Ahora que caigo. Victorique, hay una buena solución para tu aburrimiento!
—¡¿Mumumu?! ¿Cuál es?
Victorique se inclinó. Enseguida Kazuya también repentinamente se aceró y miro a su rostro.
—Iré a trabajar. Y tú irás a la Agencia de Detectives Gray Wolf , ¿no?
—…Eso, no iré.
—¡Ey!
Victorique apartó el rostro, girándose como una niña pequeña. Kazuya giró hacia su cara, giró, evitando contacto con la silla que giraba, persiguiendo persistentemente.
—¡Victorique! Aunque permanezcas todo el día aquí y gires encima de la silla, sólo te marearás, no habrá casos interesantes también, ¿Aburrido no? No te preocupes y salgamos. Escucha lo que te digo y ve a trabajar, espera a tus clientes y recibe firmemente los honorarios establecidos de una investigación…
—Kujo, pero…
—¿Qué?
—Yo, en verdad no quiero ir…
—…Bueno, ¿Por qué?
Kazuya ladeó la cabeza, preocupado. Victorique apartó el rostro y dijo en un susurró muy bajo:
¬—Porque ahora vivimos en un gran periodo de transición. New york es una crisol  de la historia y la humanidad, donde colisionan como dos galaxias el mundo del día de los puritanos y el mundo de la noche del bajo mundo. Por eso… ¡no sobresalgamos! ¡Es demasiado peligroso! La guerra de los gánsteres no tiene cuando acabar. No olvidemos las elecciones presidenciales. Las transacciones de valores, la inauguración del FBI, el surgimiento del nuevo mundo sintético llamado Hollywood. Además, otra vez… ¡Gánsteres!  ¡Gánsteres! ¡Gánsteres! New Jork, país de inmigrantes, ciudad crisol, en el periodo más peligroso, somos una generación nueva de inmigrantes… No, claro que no hay nada que temer, sin embargo existe un pero. Pensando lógicamente… es así… ¿Humm?
Victorique guardo silencio. Se puso una capa con volantes de piel rojo oscuro sobre el cuello. Levantó el rostro. Kazuya le sonrió con una sonrisa despreocupada, gentilmente. Victorique, visiblemente avergonzada, levanto ligeramente sus hermosas cejas.
…En ese momento, encima del estante, que rodeaba la ventana circular, una campana plateada con la forma de un rinoceronte sonó.
—¡Ah! Sí…?  —dijo Kazuya. Abrió la ventana y miró abajo.
La manager tenía el cuerpo fuera de la ventana del primer piso. Sostenía el cordón de la campana. Su cabello color rojo se movía con el viento.
—¡El teléfono! ¡De parte de la onesan de Greenwich Village! —dijo.
—¡Eh! ¿De Ruri? ¿Qué quiere?
—“¡Por favor, ven rápido! ¡Es serio!,” dijo. Pare estar en apuros, ¿no?
—S-sí!
—Oh. Sobre la renta de este mes, ¡te apuras!
—… Sí! —Kazuya asintió con la cabeza y golpeó en la ventana. Chilló cogiéndose la cabeza¬—. Veamos, primero iremos a la casa de Ruri, acompañaré a Victorique a la compañía de detectives y volveré a la compañía de periódicos… —murmuró.
Victorique miraba la espalda de Kazuya, fumado de su pipa dorada.
—Ya veo, así que el hombre no vive sólo de pan —exhaló—. Así que la pila de una nueva vida son estúpidos problemas materiales. Éste es el caos del nuevo mundo…? —Murmuró molesta.


Se puso de píe de la silla giratoria.